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Miniteatres: aperitivos teatrales para luchar contra la crisis

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Ciclo: Propósitos y despropósitos de Año Nuevo

Quedan pocos meses para que Miniteatres celebre su primer aniversario. Este pequeño espacio teatral, situado en la calle Robadors de Barcelona, en pleno Raval, sigue el modelo escénico que tanto éxito ha cosechado en Madrid con la fórmula del Microteatro: obras de no más de 15 minutos, en espacios pequeños, con apenas dos actores en escena y a un precio muy asequible.


El planteamiento es arriesgado, porque alguien se preguntará: ¿cómo es posible contar una historia en apenas un cuarto de hora sin que el público se vaya con la sensación de que le ha faltado algo? La respuesta se encuentra en la familiaridad y la cercanía que se respira en el entorno. Las diversas tramas que se presentan pasan a un segundo plano porque lo verdaderamente importante es la conexión que se crea entre actor y espectador. Si consiguen cautivarte, ya estás dentro de la historia. Pero, sea como sea, y aunque te encuentres encerrado en una pequeña habitación en la que difícilmente caben más de diez personas, en dos minutos te das cuenta de que lo que tienes delante es la esencia del teatro. Y, ¡qué gran manera de disfrutarlo!

El pasado mes de enero, Miniteatres presentó el ciclo Propósitos y despropósitos de Año Nuevo, formado por las obras CeroSinceros, Amor Bizarro, La ballena jorobada y El coacher. Por cuestión de horario, solo pudimos disfrutar de las tres primeras. Y estas son nuestras impresiones.

CeroSinceros, de Marc Torrecillas


 Entramos en una habitación muy pequeña en la que una mujer, Doti, interpretada por Eva Arias, espera sentada ante lo que parece ser una mesa de restaurante y con cara de pocos amigos. Pronto llega su acompañante, Pancho (Jorge Velasco), y empieza la función.

Doti y Pancho son hermanos. Pero no se llevan bien. A pesar de que sus diferencias incrementan minuto a minuto la evidente distancia que los separa, hay algo que les une y que hace que tengan mucho más en común de lo que a priori puedan pensar: son sinceros, dicen todo lo que piensan sin detenerse ante nada y huyen de la hipocresía y la falsedad. Pero esa sinceridad es también una condena porque es la responsable de que estén solos y de que no tengan a nadie más a su lado para compartir la noche de fin de año.

La magia de esta historia recae precisamente en su naturalidad. Es una escena cotidiana, que cualquiera de nosotros podría protagonizar. Eso sí, llevada hasta un extremo que te hace sonreír e incluso estallar a carcajadas. Doti y Pancho hablan, ríen, se burlan el uno del otro, se enfadan, se emocionan. Y todo, con un realismo que hace que el espectador sienta que lo que pasa ante sus ojos está ocurriendo de verdad.

“Espero que os riáis y disfrutéis mucho”, nos dijo Jorge Velasco antes de entrar. Desde aquí te decimos que ¡conseguisteis vuestro objetivo!

Romance Bizarro, de Carlos Atanes


Ésta es quizá la pieza que, al empezar, despierta más curiosidad. ¿Quién es ese hombre que se esconde tras unas gafas oscuras y cuya mano derecha descansa encima de su pierna tapada con un guante? ¿Y la chica con la que quiere renegociar un contrato verbal cuyos términos se sospecha que rozan la depravación? Manel Solàs y Virginia Sánchez son los encargados de dar vida a estos dos personajes unidos por un trauma del pasado que les impide continuar sus vidas con normalidad.

La historia va in crescendo, de la misma manera con la que lo hacen los protagonistas. Éstos, cada uno desde su posición y con su propio drama a cuestas, pasan de la calma que les provoca una situación que para ellos se ha convertido ya en habitual al nerviosismo, por la posible pérdida de lo que han tenido hasta entonces, y al miedo, por la incertidumbre de lo que pueda pasar a continuación. Ambos sentimientos se transmiten al público que, desde su asiento, no pierde detalle de lo que pasa ante sus ojos hasta descubrir la gran sorpresa final.

Amor Bizarro da un toque de misterio a este ciclo teatral dedicado a los propósitos y despropósitos de Año Nuevo.

La ballena jorobada, de Marc Angelet


Un estudio de grabación. Un chico (Xavier Pàmies) que se encarga del control técnico y una chica (Carla Ricart) que pone voz a un documental protagonizado por ballenas jorobadas. La aparente tranquilidad que emana de esta escena pronto queda truncada. Y es que la locutora empieza a encontrar paralelismos entre su propia vida y la de estos curiosos animales marítimos. Al principio es un paralelismo divertido, que le provoca risa ante la mirada de enojo de su compañero. Pero, poco a poco, se van asomando sus problemas, aquellos que le provocan un gran desconcierto y una profunda tristeza, hasta que explota en llanto e interrumpe la grabación.

A partir de ahí, La ballena jorobada se adentra en los sentimientos que puede provocar el hecho de que, sin previo aviso, la vida cambie de golpe. “Tothom pren decisions, Laura”, le dice él a ella. Pero es que, quizá, esta sea la primera vez en la que ella se ve obligada a decidir.

Un poco de comedia y un poco de drama. La ballena jorobada consigue aunar estos dos géneros con, sin duda, un gran resultado.

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