“Sembla
tant clar que ens equivoquem com que ho anem a fer”
(Els
guapos són els raros; Enric Cambray)
Último curso
de bachillerato. Marcel, Bernat y Toni. Tres amigos, repetidores todos ellos,
compartiendo un objetivo: ganar a los “guays” de la clase en la actuación de
final de curso en la que llevan meses trabajando. Podría parecer el argumento
de la típica película americana adolescente pero Els guapos són els raros es, sin ninguna duda, mucho más que eso.
Protagonizado
por los actores Ricard Farré, Martí Salvat y David Angera, y bajo la dirección
del polifacético Enric Cambray, el montaje permite descubrir una nueva faceta
de este siempre sorprendente joven actor y director (que ya dejó entrever sus
intenciones en la entrevista que Luces Apagadas le realizó el pasado mes de
octubre), quien
también interviene en la representación con un pequeño papel que cobra especial
protagonismo en la segunda parte de la pieza.
Con un montaje fresco, joven y enérgico creado con la
firme intención de acercar al público joven a las salas, Els guapos són els raros consigue que el espectador quede
enganchado a la trama durante los noventa minutos que dura el espectáculo. ¿La
razón? La presentación de una historia cercana que representa los anhelos de
miles de jóvenes que sueñan cada día en lo mismo que los tres protagonistas:
sacar las mejores notas, gustar a las chicas y, sobre todo, ser los más
populares.
Y todo ello rodeado precisamente de aquellos elementos que les
resultan más familiares, como el lenguaje y las expresiones modernas,
referencias a tendencias actuales y un reflejo de la clara influencia ejercida
por las redes sociales en la vida de los adolescentes. “Salimos en Twitter,
Facebook y Youtube”, dice uno de los protagonistas. Y los demás sonríen como si
hubiesen llegado al súmmum del éxito.
La
interactividad como protagonista
Muy importante es también la interacción constante que
se establece con el público ya desde el momento en el que éste entra en la sala,
cuando desde fuera se le pide que escriba en un papel el nombre de su ídolo. Es
precisamente esta interactividad la que consigue configurar la primera de las
grandes escenas del montaje, arrancando carcajadas a unos espectadores
completamente metidos ya en la historia.
La segunda está determinada por la aparición en el escenario de Cambray
y la presentación de la Kindermancia,
un momento indudablemente insuperable por la frescura y gracia que transmite.
Y,
entre todos estos elementos tan bien hilados, no se puede dejar de lado el
papel crucial jugado por la música ya que, además de la pegadiza canción del
espectáculo, perteneciente a The Mamzelles, las letras del grupo catalán Manel,
verdadero inspirador de la trama, están muy presentes a lo largo de toda la
obra.
Els guapos són els raros dejó el Teatre
Gaudí el pasado domingo día 30 de junio pero volverá a los escenarios, esta vez
del Versus Teatre, con una versión renovada a partir del 27 de agosto con dos
funciones semanales. Una nueva ocasión para no perderse las aventuras de
Marcel, Bernat y Toni y pasar un muy buen rato acompañándolos en su misión.
Como diría Marcel: ¡Verge Santa del Roser!
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