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Luces de bohemia, el espejo de una época

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"Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo son absurdas. Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España".

Ramón María del Valle-Inclán

Max Estrella está ciego. Su mujer y su hija intentan cuidarle pero no se deja. La tristeza lo atormenta y casi es un muerto viviente que vive encerrado en la cueva de melancolía en que se ha convertido su hogar. - ¡Estoy muerto! Otra vez de noche. -  grita el bohemio de la época de las luces,  que ya no ve.  Como una sombra vieja de lo que fue,  es el reflejo de una época, de la España de principios de S. XX, gris y decadente. Un personaje al que le toca vivir en un país en el que  “No se valora el arte”.

Pero la desgracia y la tristeza despiertan mucho más interés que la plenitud y la joya. Por eso y porque es bueno reírse de uno mismo,  Luces de Bohemia se ha convertido en una de las obras más representadas en las salas de teatro, con un éxito casi asegurado. La adaptación de la Compañía La Perla 29  ya  lo ha comprobado con méritos propios.

Oriol Broggi es el director de la versión de La Perla 29 de Luces de Bohemia, una adaptación que llegó a Barcelona en 2011 para el Festival Grec y que tuvo tanto éxito que en 2012 se fue de gira. Esta nueva temporada ha vuelto a la Biblioteca de Catalunya,  un marco gótico incomparable desde el que el público podrá disfrutar de Valle-Inclán hasta el 2 de diciembre.

La primera obra esperpéntica del maestro Ramón María de Valle-Inclán es una amarga crítica sobre una España caduca. Sus personajes no son otra cosa que pobres que viven al día, porque no tienen nada que perder.  Ocho actores de primera fila dan vida a los más de 20 personajes alma perdidos que en 1924 imaginó y retrató el dramaturgo gallego.

La obra empieza cuando Max Estrella, protagonizado por Lluís Soler, se aparta de su mujer pelirrubia, la francesa Madame Collet, interpretada por Marissa Josa, y de su joven hija Claudinita, Berta Giraut, para salir a la nocturna y fría Madrid de principios de siglo. Ciego y atormentado,  el gran protagonista inicia un paseo por la ciudad y sus tabernas urbanas acompañado de su alter ego, el simpático y sinvergüenza,  Latino de Hispalis, Jordi Martínez, quien le ayuda a meterse en todo tipo de problemas.

A lo largo de la noche, los dos compañeros de vida van encontrándose con distintos personajes oscuros del Madrid de la época: alcohólicos, políticos corruptos, jóvenes vividores, soñadores, obreros… y en general gente marginal. Los actores  Manel Dueso, Camilo García, Jacob Torres y Ernest Villegas les dan vida.

La obra Luces de Bohemia de La Perla 29 mantiene fielmente el texto original sin el mobiliario ornamental cargante que acostumbra a acompañar a este tipo de obras.  El escenario es sencillo, sin paredes.  Las acotaciones que van leyendo los actores funcionan como transición y guían al espectador entre escena y escena. El decorado, minimalista y escaso,  tiene una fuerza poética tal que la audiencia identifica una alfombra arabesca con una sepultura.

Las luces también son parte importante de la obra, que se inicia y se acaba en la oscuridad. Además de las farolas, lámparas y velas que orientan al espectador, las únicas luces son las de Max, quien payaso y artista por igual, es el único que ve más allá de sus narices.

Valle-Inclán hablaba en sus obras de espejos que deformaban la realidad grotesca y la hacían divertida.  Hoy el público barcelonés puede disfrutar de las palabras de uno de los autores más importantes de la generación del 98 y disfrutar con frases de radiosa actualidad. No hacen falta espejos para alertar que citas como “En España es un delito el talento" o “Aquí no se valora el mérito” nunca dejan de estar de actualidad. 








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