“Éxtasis:
estado de la persona completamente dominada por un sentimiento intenso de
admiración, de gozo, que la lleva por un momento a la consciencia de su ser”.
(Definición
de Éxtasis)
No hay nada más breve que las
emociones; esos impulsos interiores que hacen alterar los nervios, provocan
cosquillas en el estómago, desvelan e incluso a veces dan dolor de cabeza. Las
emociones, ya sean buenas o malas, marcan un instante de nuestras vidas para
luego acabar esfumándose como si fueran humo.
Esta es la idea sobre la que se
fundamenta Tot és fum. L’amor en cinc
intents, un espectáculo multidisciplinar que se representó del 10 al 13 de
mayo y del 17 al 20 del mismo mes en la Nau Ivanow de Barcelona con gran
afluencia de público en todas sus funciones. La obra es una creación colectiva
de danza, poesía visual y música que, junto a una sencilla y cuidada escenografía,
conforma un collage capaz de emocionar y hacer revivir las sensaciones y
sentimientos más profundos.
Idea original de las hermanas Clara y
Ariadna Peya, directora musical y directora artística respectivamente, con
proyecciones de Clara Bes y bajo la dirección escénica de Míriam Escurriola, Tot és fum es, tal y como explica Anna
Sabaté, ayudante de dirección, “un ciclo vital por las diferentes relaciones
que se pueden establecer entre los seres humanos”. Pasión, deseo, miedo,
tristeza y esperanza son sólo algunos de los sentimientos que se transmiten en
las cinco historias que forman el espectáculo; esos cinco intentos del “amor”
de los que habla el subtítulo de la obra y que conforman un hilo argumental en
el que el amor y el desamor son los protagonistas indiscutibles. “Queríamos
transmitir la idea de que todo es un vivir momento a momento y que el hecho de estar
vivos comporta tener momentos oscuros y momentos de más luz”, afirma Sabaté.
“La obra es un canto a la vida, a disfrutar de las relaciones porque, al fin y
al cabo, nos necesitamos los unos a los otros para ser felices. Tot és fum, todo tiene un peso en un
momento determinado, pero luego todo pasa porque es volátil”.
Con entradas agotadas en más de una
representación y con una organización de sala que incluso se vio obligada en
varias ocasiones a añadir sillas para que nadie perdiera la oportunidad de ver
esta creación, Tot és fum se ha convertido
ya en un éxito de críticas. El joven y talentoso elenco de bailarines, formado
por Tatiana Monells, Ariadna Peya y Jorge Velasco, junto con las voces de Judit
Neddermann y Elena Tarrats, son uno de los principales factores que explican
este éxito. Míriam Escurriola lo tiene claro: “No es la primera vez que
trabajan juntos y esa amistad y familiaridad ha sido muy importante a la hora
de confeccionar este montaje. El espectáculo está hecho desde el amor, la
generosidad y el respeto de todos ellos. Si no, no hubiera sido posible porque
podría ser muy bonito formalmente, pero hay una parte de entrega y de vínculo
que es lo que el público nota”. Jorge Velasco, bailarín que aporta a la
historia la visión masculina, apoya su versión: “Creo que el hecho de ser
amigos es lo que más ha facilitado el trabajo”.
La
escenografía, clave para el desarrollo de la obra
Una bañera, dos cajas de cartón, una
bombilla, zapatos que en ocasiones están y otras veces desaparecen sin dejar
rastro y una atmósfera llena de humo y calor que refuerza la sensación de
fugacidad y opacidad… Elementos simples y sencillos que se integran en las
coreografías y les proporcionan un sentido simbólico que llega al espectador y
lo hace reflexionar sobre sus propias experiencias y sentimientos. Quizá, la
escena que mejor ejemplifica este hecho es precisamente la que representa una
de las situaciones más duras que se pueden dar dentro de una pareja: el
maltrato y opresión de uno por encima del otro. Por medio de un ejercicio
visual perfecto, conseguido a partir de la utilización de una cámara que
registra en blanco y negro el horror de la persona maltratada, el público es
capaz de vivir en su propia piel el miedo de la protagonista. Terror, sumisión
y violencia se aúnan en el escenario a través de una danza emotiva y extrema
capaz de hacer aflorar las lágrimas del espectador quien, desde su butaca, es
testigo de todos y cada uno de los movimientos de los bailarines.
Tot
és fum es, pues, un
conjunto de momentos que tocan; que conectan esos intentos del amor con los
instintos y pasiones más profundos de la persona, provocando que el público
pase de 0 a 100 en solo un instante.
Este viaje, carrusel de dispares y
antagónicas sensaciones que van del enamoramiento al desamor pasando por el
deseo y el rechazo en cuestión de segundos, consigue que el espectador conecte con
su parte más interna, haciéndole reflexionar sobre sus experiencias personales
y llevándole a escenas que le puedan resultar familiares. Según Anna Sabaté,
“lo percibes como cosas que vienen del pasado, o cosas que estás viviendo en
este momento, pero que el espectáculo muestra que también pasarán en un futuro”.
Un final que aún está por escribir
A pesar de que Tot és fum dio por acabadas sus funciones el pasado 20 de mayo,
Escurriola asegura que éste no es el final: “Tenemos que hacer balance,
analizar cómo ha ido y determinar en qué punto nos encontramos. Pero esto no
acaba aquí; yo calculo que después de comernos los turrones volveremos a
vernos”. Un retorno que, a juzgar por las opiniones generadas durante esta
primera etapa, será muy esperado.
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