"Ni te imaginas cuanta gente te rodea cuando crees estar solo con la mujer a la que amas. A cada una la acompañan muchos hombres de los que no sabes nada, sus amantes pasados, y muchos de los que ni siquiera ella sabe nada: sus amantes futuros"
(Arthur Schnitzler, dramaturgo y psicólogo vienés)
Los
visitantes del Romea pueden desde el 2 de mayo entrar en l’ Habitació Blava, una habitación con una cama, dos mesitas, un
armario empotrado y un pequeño baño en la que Nao Albet, Maria Rodríguez Soto,
Àurea Márquez y David Selvas viven historias de lujuria, sexo y a
veces incluso amor.
En
este pequeño espacio un chapero ofrece sus servicios a un taxista y un
aristócrata. La habitación también es el escenario en el que una modelo
mantiene una relación con un hombre casado, al que su mujer le pone los cuernos
con un joven estudiante que disfruta con las relaciones prohibidas y que se
acuesta con ella y con la au pair de su familia.
David
Selvas es el productor y director junto a Norbert Martínez de esta obra original de David Hare no
recomendada para menores de 16 años en la que se habla sin tapujos de los
deseos ocultos de hombres y mujeres.
La
Brutal, la compañía que David Selvas y otros compañeros de profesión montaron
el año pasado, y el teatre Romea, que desde hace poco más de medio año dirige
Julio Manrique, son también parte ideológica de una obra no apta para mentes
cuadradas que hará que el público se sienta como un auténtico voyeur. Pero, ¿es sólo sexo?
Una obra con más de cien años de historia
Arthur
Schnitzler, dramaturgo vienés, decía que la auténtica personalidad de cada uno
está sólo en su interior. El escritor era un apasionado de la psicología y sus
personajes eran profundos y extremos en sus sentimientos.
Quizá
por eso en 1900 escribió Reigen, un
carrusel de personajes que mantienen una apariencia en su día a día y se
transforman por y para el sexo. La obra pretendía ser una crítica de la
sociedad austríaca de principios del siglo XX, una ronda de personajes que
fingían ser señores y señoras respetables pero que luego, en su interior, eran
una fuente de infidelidad y sífilis. Reigen
era tan provocadora que recibió la censura de las autoridades vienesas.
En
1950 Max Ophüls llevó al cine las aventuras amorosas y las reuniones ilícitas
de los personajes de Schnitzler bajo el título de Le Ronde. La película, acorde
con la época en la que se proyectaba, insinuaba los encuentros sexuales entre
una prostituta, un soldado, una doncella, el hijo de un empresario, una mujer
casada, su marido, un joven, un poeta y una actriz y oscurecía el plano en los
momentos más “hot”.
Personajes para estrellas de verdad
En
1964 Roger Vadim dirige a su mujer, Jane Fonda en la versión americana de La
Ronde, The circle of Love. Jane es la gran protagonista de la historia, que
cambia sensiblemente la narración original y que sitúa los líos amorosos en el
Sarajevo de 1914, en los mismos días en que se produce el asesinato del
archiduque del imperio Austro-Húngaro, el detonante de la primera guerra
mundial.
La
nueva versión de La Ronde era algo menos sinuosa que su predecesora y las
escenas en la cama de Jane Fonda pasaron a la memoria de Hollywood. Como
ejemplo, los expertos dicen que fue esa película la que acabó de dar a la
actriz el título de la mujer más sexi del momento.
34
años después Nicole Kidman, ya toda una estrella del séptimo arte que acababa
de estrenar una película con George Clooney, se dejó enamorar por el telón y
los focos y protagonizó en 1998 la adaptación de David Hare de La Ronde, The Blue Room, en Londres y Broadway.
El
padre de la actriz australiana era psicólogo. Quizás por eso su hija se atrevió
a protagonizar esta historia sobre sexo y relaciones de pareja. La obra tenía
además como novedad que todos los
personajes eran interpretados por sólo dos actores (Nicole Kidman y Iaian
Glen).
The Blue Room se sitúa en la actualidad, en una gran ciudad y en una misma
habitación azul. Los personajes de David Hare, en consecuencia, también cambian
respecto al original. El soldado se convierte en un conductor de taxi, la
doncella en una au pair, el poeta es ahora guionista etc.
L’Habitació blava que se puede ver estos días en el Romea moderniza
la versión inglesa. Los actores de La Brutal se mueven por un decorado fijo
pero las proyecciones audiovisuales dan profundidad al espacio y a veces hasta
te parece estar viendo una película. Las transiciones están además llenas de
música y movimiento. Los personajes saltan de una escena a otra jugando con los
oscuros y gracias a un armario empotrado
que da mucho juego.
Sexo a la catalana
Al
contrario que en las anteriores representaciones de la obra de David Hare y en
general que todas las versiones del original de Schnitzler, en la habitación
azul catalana no hay nada implícito y todo es muy explícito.
¿Entonces
l’Habitació Blava es sólo sexo? ¡Para nada! Los actores explicaron en la
presentación para la prensa que la obra calentará al espectador, pero también
le emocionará porque es fácil sentirse identificado con alguna de las
historias.
David Selvas destacó además que la tesis de la obra
es que cada persona es diferente dependiendo de con quién esté y de en qué
momento de la vida se encuentre.
¿Con
cuántas cosas inconfesables cargamos a diario cada uno de nosotros? ¿Cuántos
secretos guardan las sábanas de las camas en las que dormimos? ¿En quién piensa nuestra pareja cuando
hacemos el amor?
Aquellos
espectadores que decidan acercarse al Romea a mirar por la mirilla de l’Habitació Blava verán más carne y más sexo del que jamás hayan visto en un
teatro de Barcelona pero cuando se enciendan las luces y salgan de la sala tendrán
la sensación de haber visto una obra sociológica, un estudio de las relaciones
entre personas. Para los que quieran comprobarlo, l’Habitació blava estará en el Romea hasta junio.
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