“El
teatro es un hecho cultural que de repente se nos convierte en un negocio
mercantil"
(Marcial
Suárez, escritor gallego)
Debajo de tanta lluvia y buena comida ha habido a lo
largo de la historia gallegos ilustres que nos han regalado historias
inolvidables. Hoy 17 de mayo se celebra o Día Das Letras Galegas y como
homenaje a la tierra de Rosalía de Castro, de Eduardo Pondal y de Xosé Luís
Méndez Ferrín, hablaremos de Galicia.
Dejando a los grandes narradores y poetas de lado, Galicia
también es el país de origen de muchos dramaturgos reconocidos como Valle-Inclán
(1896-1936), el autor de la mítica obra Luces de Bohemia, la historia del ciego
y fracasado artista Max Estrella, y de Marcial Suárez (1918-1996), premiado con
el Lope de Vega por “Dios está lejos”.
Anteriormente
ya hablamos de cómo los Premios MAX se habían convertido en un atril
improvisado desde el que artistas, dramaturgos y productores teatrales
protestaron por la decadencia de la cultura, derivada de los impagos, la ausencia de subvenciones y la
percepción cada vez más generalizada de la política cultural como política
secundaria.
La
situación en las distintas comunidades no parece mejor y es a veces doblemente
alarmante cuando, como en el caso de Galicia, lo que está en juego no es sólo
la riqueza de su escena sino también una lengua.
La
compañía pública de teatro gallego, el Centro Dramático Galego, tiene como
función unir ambas funciones: la defensa del teatro como cultura y del gallego
como lengua principal de representación.
Hace unos días Manuel Guede, director de la entidad, anunciaba el programa público para el 2012: O profesional, una única obra producida por él mismo y por el Teatro Nacional de Braga.
La
narración, escrita por Dusan Kovacevic, es una crítica a la era comunista de
Tito y se centra en un encuentro entre un ex activista político y el policía
que le espió durante el régimen totalitario.
Guede
dijo que se había elegido esta obra para “la optimización de recursos”, tónica
que el Centro Dramático Galego seguirá “hasta que vengan tiempos mejores”.
No
hay dinero público para teatro en gallego para 2012 - incluso están pensando en
aprovechar el atrezo de la misma producción realizada en Braga, Portugal – pero
tampoco hay empresas privadas capaces de ocupar ese hueco.
La industria cultural privada gallega en grave
peligro
El
11 de noviembre de 2011 la compostelana y polémica Ciudad de la Cultura fue el
escenario elegido de diferentes asociaciones de promotores culturales y artistas
para protestar ante los impagos y los recortes.
Según
El Faro de Vigo,
las deudas de las administraciones locales y de la Xunta con las empresas
musicales y teatrales gallegas ascienden a tres millones y medio de euros en
concepto de actuaciones realizadas y subvenciones a la producción.
Sólo
en el teatro la situación es alarmante. Salvador del Río, Presidente de la
Escena Galega, la Asociación
Galega de Empresas de Artes Escénicas, dijo en aquella ocasión que AGADIC, la
Asociación Galega das Industrias Culturais, les debe a 27 compañías del
colectivo 600.000 euros en facturas y trabajos por funciones ya realizadas.
Las
empresas gallegas que se dedican a las Artes Escénicas se quejan de la poca
iniciativa del gobierno gallego en el ámbito cultural e insisten que su
situación no deriva sólo de la crisis económica sino de una manera de hacer
generalizada de las administraciones gallegas locales y también de la Xunta.
Del
escritor gallego antes citado Marcial Suárez se acordó Manuel Ribas en un
artículo de El País en el que
protestaba por la inactividad del gobierno gallego ante la mala situación del
sector cultural del país. Ribas cita un texto de su libro O acomodador e outras narracions:
“Para
entender cómo funciona el Gobierno gallego en este ámbito (la cultura) conviene
leer el cuento del Acomodador, de Marcial Suárez. Aquel hombre que podía tener
el cine lleno a pesar de que hacía todo lo posible para que no entrara nadie.
Hasta que una voz solitaria le gritó “Has convertido el cine en un cementerio”.
¿Qué sería de Galicia sin cultura? Un enorme camposanto, dice Manuel Ribas. Tal como reflexiona el escritor en su artículo, no faltará en Galicia gente que luche por la cultura. A estos es a los que hay que felicitar en el Día das Letras Galegas, por los moribundos que como el Max Estrella de Valle-Inclán vagan ciegos para ver, a veces, algunas luces.
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