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Aún estamos a tiempo

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Pronto hará dos años que abrimos este blog. A lo largo de todo este tiempo, hemos intentado transmitir nuestra opinión acerca de los espectáculos teatrales a los que hemos tenido oportunidad de asistir, además de seguir de cerca la actualidad de un arte que nos apasiona. Esta pasión es la que nos ha llevado a emprender otras aventuras profesionales como, por ejemplo, el informativo cultural Districte 7, en 7deràdio. Precisamente, en el especial de fin de año de este programa, quisimos hacer una reflexión sobre la situación en la que actualmente se encuentra la cultura en nuestro país.

A continuación, la compartimos en nuestro blog.


Hace poco más de un año, el gobierno español decidió aplicar el IVA del 21% sobre los llamados “productos de consumo cultural”, una decisión que tuvo consecuencias dentro de este sector a lo largo del 2013.

Esto, unido a los grandes recortes impuestos por el ejecutivo a las subvenciones culturales, provocó la aparición en prensa de titulares muy negativos, que reflejaban cómo de grave es la situación de la cultura en nuestro país.

La pérdida de más de 24 mil lugares de trabajo en el sector, el cierre de casi 2.000 empresas dedicadas a la cultura y los recortes de más de 94 millones de euros en el gasto público destinado a la gestión cultural son sólo algunas de las cifras que describen la preocupante coyuntura de nuestra cultura.

Si nos fijamos en los datos por sectores, vemos que la recaudación en salas de cine en España disminuyó durante 2013 en cerca de 114 millones de euros; en teatro lo hizo en 84 millones –una caída que supone el 34% respecto el año anterior-, mientras que en danza el descenso fue del 43% y en la venta de libros, del 38%.
 
Ante esta acumulación de datos negativos, las reacciones por parte de todas aquellas personas involucradas en la cultura no se hizo esperar. En Catalunya, por ejemplo, se creó el movimiento Marea roja, cultura en lluita, una agrupación formada por gente relacionada con el mundo de la cultura que tiene como finalidad dar un giro a esta situación desde la colaboración y la acción conjunta de representantes de diferentes ámbitos culturales. Marea Roja, en defensa de la cultura es su plataforma homóloga desde Madrid.

La crisis cultural en la que estamos inmersos ha provocado también que entidades, compañías teatrales, productoras y personalidades vinculadas al mundo de la cultura se hayan visto obligados a reinventarse para poder sobrevivir. El método de la taquilla inversa como reclamo para atraer al público a las salas teatrales, la venta de zanahorias en sustitución de entradas desde el Teatre de Bescanó para evitar el pago del IVA y el auge de las plataformas de micromecenazgo para conseguir financiación son sólo algunos ejemplos de estas iniciativas.

Innovación, riesgo, valentía y honestidad

Dicen que cualquier crisis es una oportunidad para avanzar y mejorar. Nosotros tenemos la suerte de vivir en un país que, a nivel cultural, está unido: la gente que dedica su vida a la cultura es innovadora, porque busca la manera de defender sus proyectos sacando de debajo de las piedras ideas nuevas que les permitan mostrar al público sus creaciones; es arriesgada, porque, debido a los recortes, lo hace desde abajo, con financiación propia que depende sólo de la voluntad individual; es valiente, porque sabe que, desgraciadamente, lo tiene todo en contra para llegar al éxito; y es honesta porque, si buscamos, encontraremos muchos ejemplos de profesionales que saben que, haciendo lo que hacen, no se enriquecerán pero que lo hacen porque les gusta y porque creen en su proyecto.

Debemos de estar orgullosos de esta valentía. Pero debemos ser conscientes, tal y como están las cosas, de que corremos un gran peligro; el peligro de que pase como en otros ámbitos en los que la gente se ha cansado de luchar. ¿Qué pasará entonces? ¿Qué pasará si esta gente decide coger su talento y su esfuerzo e irse a otros países en los que la cultura cuenta con el reconocimiento que merece? Entonces estaremos perdidos. Porque, lo que hace que un país se mueva, que avance, que no se quede anclado en el pasado, es la cultura; el conocimiento; el saber.

Juan Marsé escribió hace unos días en el diario El País que las sociedades en las que se pierde la sensibilidad cultural son más dóciles, más fáciles de manipular y menos libres porque no tienen un discurso alternativo. Y, sin este discurso, no hay manera de modificar la realidad. Tiene toda la razón.

Nuestra cultura se encuentra hoy con muchos impedimentos. Pero aún estamos a tiempo. Y lo estamos porque tenemos la suerte de que las personas que forman parte de ella conservan las ganas. El dramaturgo Lluis Pasqual así lo aseguró durante el acto de la última edición de los Premios Butaca, en los que citó al poeta Pablo Neruda: “Podéis cortar todas las flores, pero no podéis impedir que llegue la primavera”. Desde aquí pedimos que así sea. Porque la cultura no es un lujo; es un derecho. Y queremos tenerlo.

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