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El Principi d’Arquimedes: ¿Hasta dónde nos puede llevar el miedo?

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- Jordi: Tu em coneixes perfectament!
- Anna: No, perfectament no et conec. Ni a tu ni a ningú.
(El Principi d’Arquímedes; Josep Maria Miró)

Eres el monitor perfecto. El más divertido para los pequeños y el más guapo y enrollado para aquellos que, recién salidos de la infancia, necesitan un referente joven con el que identificarse y al que imitar. Tienes amigos y gozas del respeto y admiración de unos compañeros de trabajo que creen en ti y confían en tu profesionalidad. Pero un gesto, un simple momento quizá mal interpretado, lo cambio todo y de la noche a la mañana te encuentras solo porque la gente empieza a dudar. Dudan de ti porque tienen miedo. Y entonces surge la pregunta: ¿Cómo acabar con esto? ¿Es posible volver atrás cuando parece que las palabras y los hechos van más rápidos que el tiempo? 

Josep Maria Miró vuelve a llevar a los escenarios El Principi d’Arquimedes, la obra más aclamada durante la última edición del Festival Grec, que desde el 4 de abril y hasta el próximo 5 de mayo puede verse en la sala barcelonesa La Villarroel. Con el mismo elenco con el que ya triunfó el pasado verano, el dramaturgo catalán presenta un texto con el que pretende hacer reflexionar al público sobre las posiciones extremas que puede llegar a adoptar una sociedad que se siente atacada y en constante peligro. Y lo hace de la manera más dura pero también más efectiva ya que nos enfrenta directamente contra uno de los temas que más rechazo provoca: la pedofilia.

Jordi es el monitor de natación de “los caballitos de mar”, el grupo que forman los niños más pequeños de la piscina. Todos están contentos con él pero las cosas cambian cuando una de las niñas le acusa de haber besado a su compañero Álex, que no quería tirarse al agua porque le daba miedo saltar sin burbuja. A pesar de que Jordi afirma que era sólo un gesto de afecto con el que pretendía calmar al pequeño, la desconfianza de los padres, acrecentada por el terror provocado por un acontecimiento similar ocurrido en un casal cercano, hacen que el rumor se expanda rápidamente, convirtiendo a Jordi en el culpable de una trama cuyo final parece que ya esté escrito.

Las consecuencias del miedo

Pero, ¿es justo condenar a alguien por una mera sospecha? Miró convierte su texto en una reflexión sobre los límites del comportamiento humano, el daño que puede hacer un simple rumor y cómo influyen las redes sociales a la hora de dictaminar una sentencia que en apenas dos horas se convierte en colectiva. “Lo ha dicho una madre en Facebook”, explica el padre de Arnau, uno de alumnos de Jordi. “¿Pero esto es público, lo puede ver todo el mundo?”, pregunta Anna, la directora del centro. “Es un grupo al que tenemos acceso todos los padres para hablar sobre los entrenamientos”, responde él. Y desde la butaca se empieza a notar cómo este diálogo aparentemente inocente cala en el público, que mira al de al lado y asiente. Y poco a poco, conforme avanza la trama, el espectador se va posicionando y va cediendo a lo que el director pretende conseguir desde el primer momento: que una situación que está a la orden del día en las noticias nos mueva algo por dentro y nos haga plantearnos que quizá estamos creando una sociedad demasiado totalitaria, en la que todo es blanco o negro y en la que nuestro comportamiento, en mayor o menor medida, está determinado por todo aquello que nos asusta y nos causa terror. 

Debate a raíz del teatro

El Principi d’Arquimedes es un éxito porque nos acerca a una tipología de teatro en la que se impera al público a reflexionar y a crear debate, algo completamente necesario sobre todo en los tiempos que corren. Cabe destacar la interpretación de todos los actores, que transmiten al texto la inquietud y la crudeza que requiere en cada momento. Una siempre perfecta Roser Batalla como directora del centro, un joven Rubén de Eguia en el papel del monitor acusado, un personaje que sin duda constituye todo un reto por la gran carga emocional que comporta, y Albert Ausellé y Santi Ricart como el amigo del protagonista y el padre acusador, dos figuras totalmente imprescindibles para poder acabar de dar forma a un texto que ya de por sí causa efecto.

¿Es culpable Jordi? ¿Son pruebas o indicios todo lo vemos durante la representación? Quizá no podamos contestar a estas preguntas pero lo que sí que es seguro es que después de ver El Principi d’Arquimedes se abrirán ciertos interrogantes que todos deberíamos empezarnos a plantear. ¿O no?  

  

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