“No todos los criminales tienen un sentimiento de culpabilidad pero, cuando lo tienen, no pueden pensar en otra cosa. El culpable camina hacia su castigo como el agua hacia el mar, como el ofendido hacia su venganza...”
(Cosmètica de l'enemic, Amélie Nothomb)
Dos bancos recrean la sala de espera de un
aeropuerto. Sobre un cuadrilátero rodeado por el público se desarrolla el
encuentro entre dos personajes: Jêrome Angust, un hombre de negocios que lee
mientras espera la salida de un vuelo atrasado, y Textor Texel, un inesperado
interlocutor que está empecinado en distraer al primero explicándole detalles
de una delicada y tormentosa vida. A pesar de su resistencia inicial, Angust
acabará escuchando el relato, convirtiéndose así en una pieza más de la
historia de su inesperado acompañante.
Cosmètica de l’enemic es un diálogo entre
dos desconocidos que sin duda consigue enganchar desde el principio al
espectador y mantener en vilo su atención a lo largo de sus setenta y cinco
minutos de duración. La razón se debe no sólo a la proximidad del público con
el escenario y a las características del mismo, sino también al halo de
misterio que rodea cada una de las escenas, que consiguen crear una atmósfera
claustrofóbica que se tornará cada vez más intensa y que incluso será capaz en
algunos momentos de hacer sentir al espectador el propio espíritu del mal.
Sabemos que algo pasa, que detrás de las palabras de cada uno de los personajes
se esconde un secreto que va mucho más allá de lo que nos están contando. Pero,
¿cuál es ese secreto?
Basada en una novela
de la escritora belga Amélie Nothomb publicada en 2001, Cosmètica de l’enemic cuenta con la dirección de Magda Puyo y la
traducción de Pablo Ley. Destacables son también las actuaciones de los dos
protagonistas: un magistral Lluis Soler en el papel de Texel, y un
enérgico Xavier Ripoll que, a pesar de su juventud, interpreta con total
profesionalidad el personaje de Angust, dándole esa sensación de inquietud que
hará que los asistentes se mantengan alerta durante toda la obra.
Soler y Ripoll estarán
en la Sala Muntaner hasta el próximo 24 de febrero haciéndose cargo de una
historia en la que, como en todo thriller psicológico que se precie (aunque
también haya sido definido como “thriller metafísico con humor negro”) nada es
lo que parece.
Como dice el dicho, ni los buenos son tan buenos,
ni los malos son tan malos, sobre todo cuando la verdadera lucha es con el
enemigo interior, es decir, con esa parte de nosotros mismos que se escapa a
nuestro control. Y es que, parafraseando al mismísimo Textor Texel: “Todos
sabemos cosas que ni siquiera sospechamos que sabemos”.
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