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Descubriendo la Pàtria de Jordi Casanovas

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“Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya”

Séneca, filósofo latino



Estamos en 2014 y sólo faltan dos días para las elecciones al Parlamento de Catalunya. El candidato que está más cerca de presidir la Generalitat, Miquel Raventós (Francesc Orella), se ha declarado abiertamente independentista y ha prometido llevar al país al estado propio. A escasas horas de los comicios ha desaparecido del mapa y ni su familia ni su partido saben dónde está. Se teme que lo hayan secuestrado porque en los últimos meses ha sufrido algún que otro atentado violento de unionistas extremistas. 

Así empieza Pàtria, la segunda parte de la trilogía sobre la identidad catalana que está escribiendo el guionista y director Jordi Casanovas. Después del éxito de Història Catalana, que se presentó en la Sala Gran del TNC y que se reestrenará en esa misma sala en 2013, Pàtria, que llega a escena en medio de una crisis política y económica entre Catalunya y España, se podrá ver en el teatro Poliorama hasta el 16 de diciembre. Está producida por Flyhard, dirigida por el mismo Jordi Casanovas y cuanta con un reparto de lujo: Francesc Orella, Alex Casanovas, Fermí Reixach, Marcel Borràs, Lluïsa Castell y Rosa Vila.

El guionista y director catalán es una de esas personas que está consiguiendo que en Barcelona se pueda ver teatro original de dramaturgos de casa. Por eso creó la compañía Flyhard y la pequeña Sala del mismo nombre, donde sólo se representan textos originales de autores catalanes. Esta filia por la cultura de su tierra le hizo hace cinco años empezar a escribir sobre qué representaba para él Catalunya y su cultura. Pàtria, que se estrenó en el festival Temporada Alta, es la segunda parte de esta reflexión con la que intentaba ya hace algunos años plasmar en una historia qué opina él sobre el independentismo. 

La obra, que a juzgar por la actualidad política tiene mucho de premonición, arranca cuando el periodista estrella de la cadena pública catalana, una especie de Antoni Bassas o Miquel Calçada de la ficción, está moderando un debate entre los principales candidatos del país. Su madre acaba de morir y él, triste y perdido, se harta de toda la demagogia que escucha y acusa en directo a los políticos de falta de compromiso y valentía. Mirando a la cámara, se dirige a los espectadores con un discurso tan brillante y tan emotivo que una directora de campaña americana, muy reputada y conocida, se fija en él y le ayuda a fundar su propio partido. ¿El objetivo? Llevar a Catalunya a la independencia y hacer de nuestro país un lugar más justo y democrático – en la obra hasta se habla de cambiar el sistema electoral y la economía por completo - . 
Miquel es huérfano, su madre acaba de morir y jamás conoció a su padre. Desde pequeño le han explicado que es hijo de un hombre que había sido fusilado por Franco por intentar atentar contra él. Cuando la opinión pública descubre su romántica y bucólica historia el candidato se hace muy conocido e incluso se rueda un reportaje sobre su vida. La intención de voto al partido de protagonista sube como la espuma, su privacidad es cada vez más nula y diferentes sectores violentos intentan asesinarlo. Por eso cuando a dos días de las elecciones desaparece todos piensan lo peor. 

En todas las casas cuecen habas y paralelamente a su éxito profesional el protagonista sufre una hecatombe familiar. Su mujer, hija de murcianos, y su hijo, que sufre Síndrome de Asperher, un trastorno que le impide interpretar y mostrar los sentimientos, no entienden los anhelos de Miquel. 

¿Cuál es el objetivo real del protagonista? ¿Quiere llevar al país a la independencia o sólo es una manera tan válida como cualquier otra de superar la depresión que le causa haberse quedado huérfano? Pàtria es mucho más que una obra que trata el tema de nuestra anhelada Ítaca. La Pàtria o el “homeland” de los protagonistas de la obra es aquella cosa que nos mueve y que nos sale de dentro, un amor por algo inmaterial que en el caso de Miquel es Catalunya pero que para su mujer es su familia y para otros el arte como máxima expresión de la libertad.

Jordi Casanovas hace además una crítica muy explícita a la clase política, una indignación que encabeza Miquel Raventós y que es también premonitoria puesto que en el momento de escribir el guión tampoco se había dado aún el movimiento del 15M. La obra también muestra cómo una directora de campaña un poco hábil puede conseguir que un candidato, bueno o no, llegue al poder. 

A pesar de la carga política y radiosa actualidad, la obra es apta para todos los públicos. Los espectadores que no estén a favor de la independencia disfrutarás de una obra 100% original y catalana cargada de valiente crítica social y los que estén a favor, además de todo esto, saldrás de la sala con los pelos de punta y la lagrimilla en el ojo.









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